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Cálculo de emisiones en automoción: cómo medir y controlar contaminantes y efluentes en la industria del automóvil

5/16/2025

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Cálculo de emisiones en automoción: cómo medir y controlar contaminantes y efluentes en la industria del automóvil

Cálculo de emisiones en automoción

En un mundo donde las regulaciones medioambientales son cada vez más estrictas y los consumidores más conscientes, el cálculo de emisiones en la industria automotriz ha dejado de ser un simple trámite técnico para convertirse en un eje estratégico de negocio. Ya no basta con producir vehículos potentes y seguros; también deben ser limpios, sostenibles y conformes con marcos regulatorios cada vez más exigentes.
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El cálculo de emisiones no se limita a los gases que salen del escape. Incluye también efluentes líquidos, partículas, compuestos orgánicos volátiles y emisiones indirectas, distribuidas a lo largo de toda la cadena de valor. Desde el diseño de motores hasta los procesos de pintura, pasando por la producción de baterías en vehículos eléctricos, la gestión precisa de contaminantes es una obligación técnica, ética y competitiva.

¿Qué implica realmente el cálculo de emisiones en automoción?

El cálculo de emisiones es una disciplina que combina modelado físico-químico, simulación computacional, normativa medioambiental y análisis de ciclo de vida. Se utilizan metodologías que permiten medir y estimar contaminantes atmosféricos como CO₂, NOₓ, partículas (PM), hidrocarburos no quemados (HC), así como efluentes líquidos y emisiones difusas en las plantas de fabricación.


Las emisiones se clasifican en tres grandes categorías, conforme al enfoque del Greenhouse Gas Protocol:


  • Emisiones de Alcance 1: emisiones directas producidas por fuentes que son propiedad de la empresa (vehículos, calderas, procesos térmicos).
  • Emisiones de Alcance 2: emisiones indirectas asociadas a la energía comprada (electricidad, calor).
  • Emisiones de Alcance 3: todas las demás emisiones indirectas (logística, materiales, ciclo de vida del producto).


En el caso de un fabricante automotriz, estas emisiones se extienden desde la fundición de metales hasta las emisiones en uso del coche, pasando por la pintura, el ensamblaje y la logística de distribución. Todo cuenta.

Cuando en un vehículo comercializado te hablan de “emisiones a la atmósfera”, generalmente se refieren exclusivamente a las emisiones de Alcance 1 durante el uso del vehículo —es decir, los gases que salen directamente del tubo de escape mientras lo conduces.


Toyota, como líder mundial, ha desarrollado una herramienta avanzada de cálculo de emisiones basada en Life Cycle Assessment (LCA). Esta herramienta permite evaluar cada fase del proceso de fabricación y uso del vehículo, incluyendo emisiones fugitivas en procesos de soldadura por puntos, evaporación de solventes en la pintura e incluso el transporte marítimo de piezas entre continentes.


Gracias a este enfoque, Toyota identificó que más del 60% de las emisiones totales de un vehículo híbrido provienen del uso durante su vida útil, mientras que aproximadamente un 20% proviene de la fabricación y un 10% del fin de vida. Esta información ha sido clave para optimizar no solo motores, sino también materiales, procesos de reciclaje y diseño de componentes.

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¿Cómo se distribuyen los contaminantes y efluentes en la automoción?

Los contaminantes no se concentran en un solo punto. A lo largo del proceso industrial, se generan distintos tipos de emisiones:


  • Durante la estampación y soldadura, se liberan humos metálicos, ozono y partículas ultrafinas.
  • En pintura y barnizado, los mayores emisores son los Compuestos Orgánicos Volátiles (COVs), que afectan la salud y contribuyen a la formación de ozono troposférico.
  • En procesos de tratamiento superficial (fósfato, cataforesis), se generan efluentes líquidos con metales pesados, grasas y restos de productos químicos.
  • En ensamble de baterías, especialmente en vehículos eléctricos, se emiten gases y compuestos volátiles (electrolitos, fluorocarbonos) que requieren contención específica.


La distribución de estos contaminantes exige una cartografía precisa de emisiones, desarrollada con sensores, balances de masa, cámaras de espectrometría infrarroja y modelado CFD (computational fluid dynamics), entre otros.
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Renault implementó una estrategia integral para controlar los efluentes industriales de su planta de Valladolid, centrada en la reducción de contaminantes en los procesos de pintura y lavado de carrocerías. Gracias a un sistema automatizado de medición en tiempo real, consiguieron reducir el contenido de metales pesados en los vertidos en más de un 75%, y optimizaron el consumo de agua en un 30%.


Además, aplicaron técnicas de separación selectiva, reutilización de aguas grises y tecnologías de osmosis inversa. Esto no solo redujo la huella ambiental, sino que también supuso un ahorro económico superior al millón de euros anual, demostrando que la sostenibilidad puede ir de la mano con la eficiencia operativa.
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Emisiones invisibles en entornos de logística

Una parte olvidada del cálculo de emisiones son las emisiones logísticas, especialmente relevantes en la producción modular y globalizada actual. Las plataformas compartidas entre marcas y países hacen que piezas viajen miles de kilómetros antes de ser ensambladas.


Por ejemplo, un motor puede fabricarse en Francia, ser montado en un chasis producido en Polonia, y el coche final ensamblarse en Turquía. Cada etapa tiene una huella de CO₂ ligada al transporte por carretera, mar o tren. Empresas como Volkswagen y BMW han comenzado a integrar sistemas de blockchain para trazar las emisiones exactas asociadas a cada componente y ruta logística, promoviendo rutas más limpias o proveedores de transporte sostenibles.


¿Cómo se calculan las emisiones exactamente?

Los métodos más comunes incluyen:


  • Balances de masa: para estimar emisiones a partir de consumo de materiales y reacciones químicas.
  • Mediciones directas: con analizadores de gases (FTIR, NDIR), muestreo isocinético o espectrometría de partículas.
  • Modelos predictivos: como GREET, SimaPro o GHG Protocol para evaluar escenarios completos.
  • Herramientas integradas en simulación digital de fábrica: que predicen efluentes y contaminantes por proceso.


El reto es la precisión, ya que las normativas (como Euro 7, EPA, WLTP) requieren trazabilidad, validación y repetibilidad. Las desviaciones en el cálculo pueden traducirse en multas millonarias, restricciones de mercado o daños reputacionales graves.

Todo esto se trata en profundidad en el libro “Domina el negocio del automóvil: Guía completa de estrategia y diseño de coches”, donde no solo se explica cómo diseñar vehículos competitivos, sino también cómo integrar consideraciones ambientales desde el primer boceto hasta el final de vida. Un recurso esencial para cualquier profesional que desee liderar con responsabilidad y visión técnica.

​En automoción, el cálculo de emisiones no es solo una exigencia normativa, es un indicador de calidad, innovación y responsabilidad. La capacidad de mapear y reducir la huella ambiental define quién lidera el cambio y quién queda atrás. Porque en la industria actual, no se trata solo de qué coche fabricas, sino de cuánto contamina todo el proceso de fabricarlo.

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