Car sharing: el modelo de negocio que está reinventando la propiedad del automóvil
En las últimas dos décadas, el paradigma de “tener un coche” ha empezado a ceder ante la posibilidad de “usar un coche cuando lo necesito”. El modelo de negocio del car sharing ha sido el catalizador de este cambio de mentalidad, especialmente en las ciudades donde el tráfico, los costes y las emisiones han obligado a repensar la relación entre el ciudadano y el vehículo. Pero más allá del discurso ambiental, esta transformación es estratégica: implica un rediseño completo del rol del automóvil en la economía urbana, y un desafío directo a los pilares históricos del sector.
La propiedad, tal como la conocíamos, está siendo cuestionada. En su lugar, la movilidad como servicio (MaaS) toma forma, y en el corazón de esta transición está el car sharing: no como una moda, sino como un modelo de negocio complejo, intensivo en datos, operaciones y alianzas. Hace una década, conducir en Madrid implicaba tener coche propio, pagar parking, seguro, mantenimiento y sobrevivir al tráfico. Hoy, miles de ciudadanos se mueven en vehículos eléctricos de Zity, Free2Move o Wible, pagando solo por minutos de uso. La transformación no es solo cultural. Empresas automotrices que antes vivían de vender coches ahora buscan monetizar el uso, la experiencia, la conveniencia. Este giro supone migrar de un modelo lineal (fabricar-vender-financiar) a un sistema circular, donde el vehículo se convierte en activo generador de ingresos por uso, a lo largo de su vida útil. Para que esto funcione, se requiere una nueva arquitectura de negocio: flotas inteligentes, software de gestión, posicionamiento urbano, análisis predictivo, mantenimiento proactivo y UX impecable. ¿Cómo funciona realmente el modelo de negocio del car sharing?
El modelo de negocio del car sharing se sustenta en maximizar la utilización de un activo costoso (el coche), rentabilizándolo por tiempo o distancia. A diferencia del renting o leasing, donde el usuario tiene posesión del vehículo, aquí el uso es compartido, puntual y bajo demanda.
El ingreso se genera típicamente por minuto, por hora o por trayecto, y está condicionado por variables como:
Free2Move, la filial de movilidad de Stellantis, es uno de los ejemplos más sólidos de un modelo de car sharing que escala con lógica empresarial. En Madrid, operan con más de 800 vehículos eléctricos (Peugeot e-208, Citroën AMI, entre otros), en régimen de free-floating (sin bases fijas), integrados en una app unificada con otros servicios de alquiler por días, parking y suscripción mensual. Gracias a una gestión basada en datos, han logrado que sus vehículos tengan más de 7 usos diarios promedio y una tasa de disponibilidad por encima del 90%. Además, utilizan IA para reubicar coches automáticamente a zonas de alta demanda, maximizando ingresos y reduciendo costes de redistribución manual. Lo interesante es cómo Free2Move integra verticalmente el negocio: posee los vehículos (por leasing operativo), gestiona la plataforma tecnológica, y canaliza los datos a Stellantis para optimizar el diseño de futuros modelos urbanos. En otras palabras: el car sharing se convierte en un laboratorio en vivo de comportamiento del usuario. El reto oculto: los unit economics en el car sharing
Detrás del car sharing hay una lucha invisible por el equilibrio financiero. Aunque la idea es sencilla (compartir coches), los márgenes operativos son extremadamente delicados.
Veamos un ejemplo estimado por ciudad:
Share Now, joint venture de BMW y Mercedes-Benz (antes car2go y DriveNow), demostró tanto las fortalezas como los límites del modelo. Con operaciones en más de 30 ciudades europeas, su sistema tenía una flota de más de 14.000 coches y llegaba a más de 4 millones de usuarios. Sin embargo, en ciudades con baja densidad o dificultades regulatorias (como Londres o Bruselas), las operaciones eran deficitarias. El resultado: reducción de ciudades operativas y venta de la marca a Stellantis en 2022, que la integró en su ecosistema Free2Move. La lección aquí es clara: el modelo de negocio del car sharing solo funciona con optimización extrema, regulación favorable y alta demanda estructural. Si falta alguno de esos factores, el modelo se desequilibra. Futuro: ¿car sharing autónomo?
La gran disrupción aún no ha llegado, pero ya se perfila: car sharing autónomo, sin conductor ni personal para mover coches entre puntos. Esto permitiría:
Para comprender en profundidad cómo modelos como el car sharing, la suscripción o la movilidad autónoma están redefiniendo el sector, te recomiendo el libro “Domina el negocio del automóvil: Guía completa de estrategia y diseño de coches”. En él se exploran las claves de negocio, diseño técnico y estrategia de movilidad que marcarán la próxima década.
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