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Háptica en automoción: El diseño que se siente (y que vende más de lo que parece)

7/6/2025

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Háptica en automoción: El diseño que se siente (y que vende más de lo que parece)

Háptica en automoción
La háptica en automoción no es un lujo sensorial reservado a marcas premium. Es, hoy en día, una herramienta estratégica clave para cualquier fabricante que quiera posicionarse con coherencia, fidelizar usuarios y crear vehículos memorables desde el primer contacto. Literalmente. Porque cuando hablas con usuarios sobre qué les hizo sentir que un coche era “bueno”, pocas veces mencionan torque, plataforma o aerodinámica. Lo que recuerdan es cómo cerraba la puerta. Cómo “hacía click” el botón de arranque. O la resistencia sutil del selector de marchas. La háptica no es el futuro. Es el presente… que muchos siguen subestimando.
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Cómo el cerebro juzga un coche en los primeros 3 segundos

En la industria sabemos que el momento más crítico de percepción ocurre antes incluso de que el coche arranque. Es la primera interacción física. Manecilla de puerta, pomo, asiento, botón. Esa cadena de estímulos genera una opinión difícil de cambiar. El usuario se forma una idea emocional… y luego la justifica racionalmente.


Un estudio de Mercedes-Benz reveló que los usuarios valoraban hasta un 18% más positivamente la calidad general del vehículo si la retroalimentación táctil del interior era consistente, suave y sonora (sí, sonora: el sonido de un botón es también háptico).

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Háptica activa vs háptica pasiva: ¿qué diferencia hay?

La mayoría asocia la háptica a vibración de pantallas o retroalimentación háptica en mandos. Pero el campo es más amplio. La háptica pasiva incluye todo aquello que se percibe sin retroalimentación activa: dureza de los plásticos, fricción en una ruleta, textura de los textiles, resistencia del cinturón.


La háptica activa, en cambio, es aquella diseñada con respuesta programada: vibraciones controladas, pulsaciones simuladas, feedback a través de motores eléctricos. En automoción, esto se ve en el volante (alerta de cambio de carril), en pantallas hápticas o en los controles del climatizador. En el BMW iDrive 8, por ejemplo, la pantalla responde con un pequeño pulso cuando se pulsa un botón virtual. Es una forma de "decirle al cerebro" que ha tenido éxito, sin depender solo de lo visual.

Por ejemplo, En el desarrollo del Audi e-tron GT, se realizaron pruebas específicas con usuarios sobre la respuesta de los mandos físicos del volante. Se concluyó que el feedback táctil debía tener una fricción de 0,28 N·m, con un recorrido de 1,5 mm y un sonido específico. No solo para distinguirlo, sino para generar memoria muscular positiva. ¿El resultado? Una interfaz que el usuario recuerda con agrado incluso meses después, y que se percibe como más segura al conducir. Este tipo de microdecisiones hápticas, cuando se ejecutan bien, crean vehículos que parecen mejor hechos… aunque usen la misma base que otros modelos.


Una de las claves menos exploradas en diseño automotriz es crear un lenguaje háptico propio. Así como una parrilla frontal distingue a una marca, también puede hacerlo una ruleta, un tirador, una vibración. Pocos lo han entendido como Mazda, cuyo selector rotativo del sistema multimedia tiene una resistencia progresiva pensada para que el usuario asocie ese giro con control intuitivo. No se trata de estética ni funcionalidad aislada. Se trata de crear una firma táctil reconocible. Como un apretón de manos. Como una sensación que dice: “Esto es Mazda”.


Con la desaparición del rugido del motor y la suavidad extrema de los EV, la háptica toma protagonismo. Muchos fabricantes están ahora intentando compensar la pérdida de referencias sonoras con señales táctiles. Por ejemplo, Lucid Motors desarrolló una vibración sutil en el asiento cuando el coche alcanza el 100% del par motor, para “avisar al cuerpo” de lo que ya no se escucha. Lo háptico sustituye lo sensorial perdido. Y gana peso estratégico. Esto también se traduce en seguridad. El sistema ADAS de Volvo EX90 emplea vibración háptica en la base del asiento para alertar al conductor de peligro en puntos ciegos. La vibración no molesta. Comunica.


Desarrollar buena háptica implica trabajar en 3 niveles: ingeniería, psicología y diseño. Un error habitual es pensar que se trata solo de materiales. Pero la clave está en la coherencia multisensorial: que lo que tocas coincida con lo que ves y con lo que esperas.

Marcas como Genesis han creado protocolos internos donde cada mando debe testearse por su sonido, fricción, temperatura y recorrido. Nada queda al azar. Porque cuando todo está alineado, el usuario siente calidad incluso en modelos que cuestan 10.000 € menos que sus competidores. Ignorar esto implica riesgo de disonancia sensorial: un coche que luce premium pero se siente barato. Y eso es lo peor que le puede pasar a una marca.


En última instancia, la háptica en automoción construye confianza. Cuando algo responde como esperas, cuando un botón no cruje, cuando una maneta no se atasca, tu cerebro interpreta: “esto está bien hecho”. Y esa sensación es poderosa. Tanto, que según un informe de JD Power de 2023, los usuarios que calificaban la experiencia táctil de su vehículo como “excelente” tenían un 35% más de probabilidad de repetir con la marca. Sin campañas, sin promociones. Solo por cómo se sintió su coche entre las manos.

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​Miguel Ángel Cobo
Ex-CEO MotorLand Aragón, PM Audi y Nissan
De Becario a CEO en 6 años, sin enchufes ni contactos
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