De la luz a la leyenda: la evolución del diseño de faros como seña de identidad de marca
Durante décadas, los faros fueron meros instrumentos funcionales: proyectar luz, cumplir normativas, y nada más. Pero desde principios del siglo XXI, la evolución del diseño de faros como elemento de identidad de marca ha sido uno de los campos más influyentes –y menos explorados– en el diseño automotriz.
Lo que antes eran simples proyectores hoy actúan como la “firma nocturna” del vehículo. Marcas como BMW, Audi o Volvo han utilizado el lenguaje visual de los faros como herramienta de diferenciación, emoción y reconocimiento instantáneo. En los años 70, la mayoría de faros eran genéricos, redondos o rectangulares, y no aportaban personalidad. La revolución llegó cuando el diseño dejó de responder únicamente a la función, y empezó a integrarse como parte del lenguaje emocional del coche. El primer gran salto visual se dio con los faros de xenón, que no solo mejoraban la visibilidad, sino que introducían una estética más técnica. Le siguieron los LEDs, que gracias a su modularidad permitieron crear formas únicas y patrones gráficos reconocibles. Este avance tecnológico coincidió con una necesidad de branding más emocional. Ahí nació la evolución del diseño de faros como elemento de identidad de marca: BMW con sus “ojos de ángel”, Audi con las barras LED secuenciales y Volvo con su “martillo de Thor”.
En 2008, Audi lanzó la segunda generación del A4 con una novedad que parecía mínima: una franja de LED que dibujaba una ceja sobre el proyector. Lo que parecía un detalle técnico se convirtió en una revolución estratégica de marca. La luz dejó de ser solo iluminación y se convirtió en narrativa visual. En poco tiempo, Audi patentó más de 30 soluciones distintas en faros, desarrolló una división propia de iluminación en Ingolstadt y triplicó la inversión en software de firma lumínica.
El resultado fue rotundo: para 2015, el 87 % de los clientes alemanes podían identificar un Audi por la forma de sus faros en la oscuridad. En China, el valor percibido del frontal se incrementó un 22 % con las nuevas firmas digitales en los modelos A6L. Lo mismo ocurrió con Volvo. Volvo dio un giro de marca en 2014, con un nuevo lenguaje de diseño donde el faro pasó de ser periférico a central en la narrativa visual. El “Martillo de Thor”, una firma LED en forma de T horizontal, no solo evocaba raíces mitológicas nórdicas, sino que se convirtió en símbolo de seguridad, modernidad y minimalismo. Esta decisión estética tuvo impacto directo en el negocio. Entre 2015 y 2020, Volvo incrementó un 72 % sus ventas globales. Según estudios internos de la marca, el “Martillo de Thor” era el rasgo más recordado por clientes y usuarios que no conocían la marca en profundidad. La evolución del diseño de faros como elemento de identidad de marca, en este caso, fue más que un diseño: fue una forma de conectar emocionalmente desde lo visual. Un estudio de la Universidad de Delft (2021) reveló que el primer rasgo visual que un observador retiene de un coche en movimiento es la firma lumínica frontal o trasera. Esto ocurre incluso antes de reconocer el modelo o logotipo. En pruebas con prototipos anónimos y máscaras negras, los usuarios identificaban con un 83 % de precisión la marca simplemente por los faros. Este hallazgo confirma que la evolución del diseño de faros como elemento de identidad de marca es una herramienta de branding más potente que el logotipo o el nombre del modelo. La digitalización ha llevado a una nueva disciplina: light design coding. Marcas como Mercedes-Benz y Hyundai están creando faros con micro-LEDs que permiten más de 500 variaciones de firma por segundo, ajustables por región, modo de conducción o incluso el estado emocional del conductor. Esto convierte al faro en una interfaz dinámica, no estática. Ya no es una pieza de diseño congelado en el tiempo, sino un lenguaje que puede evolucionar con software. La evolución del diseño de faros como elemento de identidad de marca ha entrado en una nueva era, donde la luz no solo proyecta… sino que comunica activamente. El futuro apunta hacia faros que no solo se adaptan automáticamente, sino que personalizan la experiencia visual del vehículo como un avatar: el coche mostrará una expresión visual diferente si está estacionado, en conducción urbana o modo deportivo. Marcas como Porsche y Polestar ya han empezado a integrar IA que modula la luz según preferencias del conductor. Pronto, veremos experiencias “cinematográficas” en la firma de arranque, despedida o bienvenida. La luz se convertirá en experiencia sensorial. te recomiendo el Libro “Domina el negocio del automóvil: Guía completa de estrategia y diseño de coches” Si te interesa cómo el diseño de faros encaja dentro de una estrategia global de producto y marca.
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Para mantenerte al tanto de contenidos de diseño, marca e innovación en automoción. Miguel Ángel Cobo – Ex-CEO MotorLand Aragón, PM Audi y Nissan. De becario a CEO en 6 años, sin enchufes ni contactos.
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