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El reto silencioso de las infraestructuras en los circuitos de interior

6/23/2025

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El reto silencioso de las infraestructuras en los circuitos de interior - MotorLand Aragón

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Cuando pensamos en organizar un evento de automoción —sea una competición internacional, un track day exclusivo o una experiencia de marca—, es fácil centrarse en lo más visible: el trazado, la seguridad, las instalaciones del paddock. Pero hay otro elemento, igual o más importante, que a menudo queda fuera del briefing inicial: la infraestructura exterior. Y en los circuitos situados en zonas de interior, como MotorLand Aragón, este aspecto puede convertirse en un desafío difícil de superar.


No es solo la pista: es todo lo que la rodea. En el papel, un circuito puede cumplir todos los requisitos técnicos. Tener homologaciones FIA o FIM, disponer de boxes modernos, salas de prensa, cronometraje de última generación... Pero en la práctica, la experiencia de un evento de alto nivel se construye también fuera del trazado.
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El reto en la organización de eventos y tandas en los circuitos de interior - Caso de uso: MotorLand Aragón

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Un promotor que organiza una rodada con vehículos de 500.000 euros no solo necesita una buena pista. Necesita saber que su equipo logístico puede llegar con facilidad; que los asistentes tienen alojamiento cerca y de nivel adecuado; que hay transporte fluido desde un aeropuerto internacional. En este tipo de eventos, eso no es un "plus". Es una exigencia mínima. El cuello de botella de lo remoto.


Hay circuitos europeos con trazados espectaculares, enclavados en parajes naturales únicos, como el caso de MotorLand Aragón, para ciertos públicos: un entorno y tranquilidad privilegiados.

Pero esto conlleva estar apartado de autopistas principales, cadenas hoteleras, estaciones de trenes, incluso paradas de taxis. Sin conexión aérea ágil— acaba pesando más que sus virtudes técnicas. Lo curioso es que esto muchas veces no se detecta en la fase de evaluación inicial. Un promotor puede visitar el circuito, quedar impresionado con las instalaciones, negociar condiciones muy competitivas... y solo después, al avanzar en la logística real, comenzar a ver las limitaciones. Nos ha pasado, y precisamente por eso aprendimos.

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La puesta en escena (y el momento en que el telón se cae)

¿que hay alrededor de motorland aragon?

​En este sentido, es inevitable recordar cómo, a lo largo de la historia, el arte de la simulación ha sido una herramienta de poder. Durante el sitio de Leningrado en 1941, los soviéticos montaron falsos campos de trigo junto a la línea del frente —con luces y sonidos pregrabados— para convencer a los alemanes de que la ciudad no sufría hambre. En la Guerra Fría, Boeing llegó a pintar aviones ficticios en hangares vacíos de Seattle para que los satélites soviéticos sobrestimaran su flota. Y en 2016, una famosa startup de Silicon Valley construyó paredes falsas de oficinas durante una ronda de inversión, ocultando el hecho de que solo tenían tres empleados.

El stage management no es cosa de ayer. En el mundo del motorsport, el juego es similar: cuando un promotor visita un circuito, se le enseña la curva más espectacular, el paddock recién limpiado, las zonas recién pintadas... Como en las películas de Hollywood de los años 50 —donde los estudios rodaban escenas de Roma en un almacén de Los Ángeles, con estatuas de cartón piedra y cielos pintados—, todo depende del ángulo. Motorland no es una excepción: la plaza de Alcañiz impecable y espectacular como siempre, los accesos despejados, la ilusión de que el circuito es un oasis autosuficiente.

Pero tarde o temprano, como en cualquier producción, el visitante pide ver el backstage. ¿Dónde se alojarán los 300 invitados VIP? ¿Cómo llegarán desde Barcelona o Madrid sin perder medio día en carretera? ¿Qué harán sus familias mientras dure la carrera? Ahí es cuando el decorado se resquebraja: no hay complejos hoteleros a 15 minutos, ni aeropuertos, ni zonas de shopping de lujo. La realidad —terca— siempre acaba colándose por entre las costuras del escenario. Como le ocurrió a Mussolini cuando, en 1938, ordenó plantar árboles gigantes a lo largo de la carretera que Hitler recorrería en su visita a Italia para ocultar la pobreza rural. El Führer lo notó al instante: "Esto huele a teatro", murmuró.

Y entonces se descubren las realidades: traslados de dos horas en autobús, escasez de camas cerca del trazado, proveedores externos que deben desplazarse cientos de kilómetros... o que directamente no existen en la zona. A veces, se trabaja con negocios locales que ponen toda su voluntad, pero que no siempre cuentan con el nivel de experiencia que este tipo de eventos exige. No es falta de profesionalidad: es falta de rodaje, de costumbre, de familiaridad con protocolos que son habituales en grandes ciudades o entornos turísticos de lujo. Todo ello en comunidades donde la información vuela, donde el anonimato logístico es inviable, y donde las fricciones culturales —por pequeñas que sean— se notan. Es ahí cuando empiezan los sobrecostes, las cancelaciones de última hora, o la decisión final de optar por otro lugar más accesible, aunque sea más caro.

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Exigencias eventos motorsport circuito - Caso de Uso: MotorLand Aragón

motorland aragon evento costes
Los eventos premium tienen exigencias propias Un track day con Ferrari, una rodada de McLaren con clientes de alto perfil, una competición del Lamborghini Super Trofeo, incluso eventos corporativos de marcas no deportivas: todos tienen un patrón común. Buscan circuitos con ecosistema completo.


Y por eso, muchas veces, eligen Barcelona-Catalunya, Paul Ricard, Portimão, Mugello o Spa. No solo por el nombre. Lo hacen porque saben que a menos de 30 minutos hay aeropuertos con vuelos internacionales, cadenas hoteleras de primer nivel, servicio VIP, restauración adaptada y personal con experiencia en eventos de lujo.

Pensemos en lo que ocurre en esos entornos: si alguien quiere un vuelo en helicóptero, lo tiene. Si su familia desea pasar el día en un parque temático, visitar un museo con obras de Picasso o disfrutar de una comida privada con un chef con estrella Michelin, también. Si la pareja quiere ir de compras a boutiques como Prada o Louis Vuitton y recoger ese bolso reservado desde hace meses en preventa, tiene la opción a pocos minutos. Y si, al terminar la jornada, uno quiere salir al mar en un yate para una velada con la familia, también puede hacerlo. Todo eso forma parte del imaginario y de la expectativa de ciertos perfiles de cliente. Y lo encuentran. Lo tienen.


En comparación, ciertos trazados del interior —aunque sean técnica y arquitectónicamente impecables— simplemente no pueden competir con eso. Y no es culpa de nadie. Es una cuestión estructural. Por eso, cuando hablamos de eventos automovilísticos premium, conviene mirar más allá del asfalto. Porque muchas veces, lo que no se ve al principio, acaba siendo lo que determina el sí o el no final.
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