Por qué estudiar ingeniería no es suficiente para destacar (y qué sí marca la diferencia en 2025)6/29/2025 Por qué estudiar ingeniería no es suficiente para destacar (y qué sí marca la diferencia en 2025)
Hay una pregunta que no deja de repetirse en la mente de muchos profesionales técnicos:
¿Por qué, si tengo una ingeniería, experiencia sólida y buenos resultados, sigo sintiéndome estancado? Es una pregunta incómoda. Porque contradice todo lo que nos dijeron que era el camino correcto. Pero también es una pregunta urgente. Porque en 2025, ser ingeniero no basta para destacar. Ni en automoción, ni en energía, ni en ninguna industria en transformación. La verdad es que, hoy, el título ya no es el diferenciador. La competencia es brutal, las estructuras planas, y las decisiones clave cada vez menos técnicas. La buena noticia: hay formas reales y comprobadas de salir del estancamiento profesional. Pero requieren algo que la mayoría nunca ha estudiado. El mito del ingeniero que asciende por mérito técnico
Durante años, muchos de nosotros creímos en un dogma profesional: si te formas bien, trabajas duro, resuelves problemas complejos y dominas la parte técnica, entonces acabarás ascendiendo. Al principio parece funcionar. Te conviertes en senior, en referente interno, tal vez en jefe de equipo.
Pero después de cierto punto, el avance se congela. No es que falten proyectos. Es que empiezan a promover a otros, quizá con menos profundidad técnica, pero con otras habilidades que el sistema valora más allá del algoritmo y el torque. Y ahí es donde empieza la frustración silenciosa. No por ego, sino porque uno siente que ya ha demostrado lo que tenía que demostrar. Sin embargo, el ascenso no llega. O no tiene impacto. O no trae autonomía. Porque la palanca del siguiente nivel no es técnica. Es estratégica. Las empresas ya no necesitan solo ingenieros que ejecuten, sino ingenieros que conecten la tecnología con el negocio, que sepan traducir sistemas en ventajas competitivas. Y para eso, hace falta un tipo de formación que va más allá de la ingeniería tradicional. Hablamos de capacidades como el pensamiento estratégico, la narrativa de valor, el diseño de producto centrado en cliente, la anticipación de mercado, la gestión de marca técnica, o el liderazgo funcional en entornos ambiguos. Ninguna de esas se enseña en las escuelas técnicas. Pero todas son decisivas para destacar profesionalmente. Un caso real: hace unos años, en Martorell, trabajaba un ingeniero industrial con más de 12 años de experiencia en validación de interiores. Era brillante en lo suyo, pero sus propuestas estratégicas no eran escuchadas en los comités. Hasta que decidió formarse en diseño estratégico y análisis de posicionamiento de producto. En menos de 9 meses, había rediseñado un concepto de habitáculo basado en percepción emocional (no en ergonomía técnica), y consiguió presentarlo al comité de innovación de grupo. Esa propuesta fue la semilla del nuevo lenguaje interior del Cupra UrbanRebel Concept, y le valió un ascenso directo a un rol transversal en el departamento de experiencia de usuario. La diferencia no fue técnica: fue de lenguaje, de enfoque y de mentalidad.
Ante el estancamiento, muchos ingenieros optan por hacer un máster: de gestión de proyectos, de calidad, de data, de lo que suena bien en LinkedIn. Pero rara vez eso soluciona el problema. Porque en la mayoría de los casos, añades un título, pero no cambias tu posicionamiento. Estudiar otro máster sin cambiar tu propuesta de valor profesional es como poner más potencia a un motor sin mejorar la dirección. No vas a dónde necesitas ir. Solo giras más rápido en círculos. La clave es identificar qué rol real quieres jugar en tu sector, y formarte para desarrollar una visión técnica con impacto de negocio. Eso es lo que marca la diferencia. Y no está en los másteres convencionales.
Aunque te obsesiones con la precisión de tus datos, las decisiones de inversión, diseño o producto no se toman por exactitud. Se toman por riesgo percibido, narrativa convincente y contexto estratégico. El Excel llega después, a justificar. Esto no es cinismo. Es entender cómo funciona la empresa desde arriba. Y por eso, los ingenieros que aprenden a pensar como estrategas y hablar como líderes, son los que realmente avanzan. Hace unos años, en mi estancia en Nissan, vi de cerca cómo dos equipos con la misma base técnica llegaban a resultados muy distintos. Uno desarrolló un vehículo impecable desde el punto de vista de ingeniería. Otro, menos avanzado técnicamente, diseñó el mismo proyecto alineado a la identidad de marca, al segmento emocional y al perfil aspiracional del público. Adivina cuál fue el que captó la atención del comité global. No ganó el más técnico. Ganó el que supo conectar técnica con narrativa de valor. Esa es la diferencia entre ejecutar y destacar. Durante mi carrera, he sido becario en línea de montaje, jefe de producto en Audi, PM global en Nissan, y finalmente CEO de MotorLand Aragón. En ningún punto gané por saber más torque o simulación estructural. Lo que me permitió escalar fue entender cómo traducir lo técnico en visión, cómo construir puentes entre la ingeniería y la estrategia. Y ese aprendizaje puede adquirirse mucho antes que yo lo hice, si tienes la guía adecuada. No necesitas esperar 10 años para descubrir lo que sí marca la diferencia. Solo necesitas tomar el camino correcto, y dejar de acumular formaciones sin propósito. Si te interesa profundizar en lo que realmente cambia una carrera técnica —desde dentro, sin dejar de ser ingeniero— te recomiendo leer mi libro: Domina el negocio del automóvil: Guía completa de estrategia y diseño de coches, donde explico con detalle cómo pasar del “hacer” al “decidir”. Soy Miguel Ángel Cobo, Ex-CEO MotorLand Aragón | Project Manager global en Audi y Nissan De becario a CEO en 6 años, sin enchufes ni contactos. Si estás listo para dejar de moverte en círculos y construir tu propio diferencial, puedes reservar una sesión de mentoría 1:1 conmigo, donde trazamos juntos tu plan para salir del estancamiento técnico y convertirte en líder estratégico de tu sector.
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