"Esto no va a funcionar": la eterna resistencia al cambio que siempre acaba rindiéndose
La resistencia a la inteligencia artificial en el sector de la automoción se está convirtiendo en uno de los debates más intensos de la industria. A medida que fabricantes, concesionarios y talleres se enfrentan a nuevas herramientas que automatizan tareas comerciales, diagnósticas o de diseño, el recelo crece. No se trata de una cuestión de datos o de eficiencia: es una cuestión psicológica y cultural. Y, sobre todo, no es nada nuevo.
Quienes hoy miran con desconfianza a los sistemas de IA que predicen la intención de compra de un cliente o que proponen un mantenimiento predictivo, están reaccionando exactamente igual que generaciones anteriores ante innovaciones disruptivas. La historia nos demuestra que, una y otra vez, la tecnología provoca rechazo antes de ser aceptada y, finalmente, normalizada. Por qué tememos a lo que ya está funcionando
El rechazo a la IA no está basado en evidencias técnicas. Es, en su esencia, un rechazo emocional. Psicólogos como Daniel Kahneman han demostrado que los humanos procesamos el cambio como una amenaza, incluso cuando es beneficioso. En contextos profesionales, esto se intensifica: cuanto más experto eres en una disciplina, más amenazado te sientes cuando una máquina parece replicar tu conocimiento.
Este fenómeno se conoce como "disonancia cognitiva del experto": si he tardado años en perfeccionar una habilidad, me cuesta aceptar que un algoritmo pueda realizarla mejor, o incluso simplemente ayudarme a mejorarla. No es soberbia, es identidad. Y es universal. La resistencia a la inteligencia artificial tiene antecesores claros. Cuando Gutenberg imprimió las primeras biblias en serie, fue acusado de brujería. En el siglo XIX, la electricidad fue vista como peligrosa, capaz de causar enfermedades y trastornos. La primera calculadora científica de Hewlett-Packard provocó protestas entre docentes, que decían que el pensamiento se atrofiaría sin cálculo manual. Lo mismo ocurrió con la invención de los teléfonos, los ordenadores personales, e incluso el correo electrónico. En todos los casos, las profesiones involucradas (escribas, electricistas, ingenieros, administrativos, contables) rechazaron las herramientas que luego revolucionarían sus oficios. La automoción no es una excepción. IA en automoción: no es una amenaza, es una evolución
El miedo no reside en la herramienta, sino en lo que significa. Un mecánico que ve cómo un sistema de IA diagnostica fallos con mayor rapidez que su experiencia, teme por su valor profesional. Un comercial que recibe sugerencias automáticas de precios y argumentos de venta puede sentir que pierde protagonismo.
Sin embargo, lo que la historia enseña es que la tecnología no elimina al experto. Lo transforma en un profesional más preciso, con más tiempo para tareas humanas: escuchar, analizar, anticipar. Igual que la calculadora no acabó con los matemáticos, sino que les permitió abordar problemas más complejos. De hecho, BMW utiliza inteligencia artificial para optimizar el remarketing de su flota de vehículos usados. A través del análisis de patrones de venta, clima, edad y estacionalidad, logra cerrar un 11% más de operaciones sin incrementar plantilla. El comercial sigue siendo clave, pero ahora tiene información contextual en tiempo real. Stellantis, por su parte, emplea IA para identificar intenciones de recompra antes de que el cliente lo manifieste. Con datos cruzados de mantenimiento, historial y comportamiento digital, sus vendedores contactan justo cuando el cliente está abierto al cambio. ¿Resultado? Conversaciones más naturales y menos frías, ventas más eficientes. La clave no está en imponer tecnología, sino en acompañar el cambio de mentalidad. Las organizaciones que entendieron esto en el pasado (como IBM, que pasó de vender hardware a servicios inteligentes) sobrevivieron y lideraron. Las que se resistieron, desaparecieron. La resistencia a la inteligencia artificial no desaparecerá por decreto. Se combate con pedagogía, con ejemplos tangibles, con formación adecuada. Pero sobre todo, con un cambio de relato: la IA no te sustituye, te amplifica. Si algo demuestra el pasado, es que quienes lideran el cambio son quienes antes entienden su lógica. La IA es hoy lo que fue la energía eléctrica hace 150 años: invisible, desconcertante, pero destinada a reconfigurarlo todo. Negarse a ello no protege, paraliza. Para quienes deseen liderar, no solo adaptarse, el conocimiento estratégico es clave. Por eso, este y otros temas están tratados en profundidad en el libro "Domina el negocio del automóvil: Guía completa de estrategia y diseño de coches". Una herramienta para quienes saben que el cambio no se frena, se navega. Miguel Ángel Cobo Lozano Exp: MotorLand Aragón, P.M Audi España y Nissan Europa. Referente en consultoría estratégica de automoción en tiempos de disrupción digital
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