Marketing Estratégico y Marketing Táctico automocion
En la industria automotriz, donde la competencia es feroz, el ciclo de producto es largo y la percepción de marca puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso, el marketing estratégico y el marketing táctico en automoción no son simplemente disciplinas complementarias: son motores gemelos que impulsan el posicionamiento, la captación de clientes y la rentabilidad a largo plazo.
Si bien ambos conceptos a menudo se mencionan en el mismo discurso, su enfoque, horizonte temporal y modo de operar son profundamente distintos. Sin embargo, cuando se articulan correctamente dentro de una organización automotriz, su sinergia puede definir el carácter de una marca, construir fidelidad duradera y dar coherencia a cada lanzamiento. Este artículo no solo explora las definiciones técnicas de ambos tipos de marketing en el contexto del automóvil, sino que muestra cómo marcas como Hyundai y Porsche los han implementado de forma ejemplar. También destacaremos por qué hoy más que nunca, el entendimiento profundo de estas estrategias es vital para cualquier profesional del sector. Marketing estratégico en automoción: el arte de mirar a largo plazo
El marketing estratégico en automoción actúa como brújula. Define el posicionamiento, los segmentos objetivos, la propuesta de valor de la marca y, en general, la visión a largo plazo de la empresa frente al mercado. Implica comprender el entorno competitivo, detectar oportunidades emergentes, anticipar cambios en la movilidad y establecer las bases de lo que una marca quiere ser —y representar— en los próximos 10 o 20 años.
Por ejemplo, cuando Volvo decidió en 2017 dejar de desarrollar exclusivamente motores de combustión y centrarse en una gama electrificada, no fue una acción de marketing táctico. Fue una decisión estratégica, guiada por la percepción futura del cliente, la evolución normativa y la identidad deseada: “seguridad, sostenibilidad y tecnología escandinava responsable”. Desde ese momento, todos los productos, campañas, asociaciones y decisiones de diseño han tenido como telón de fondo esa visión. El marketing estratégico define el ADN de la marca, su razón de ser. Marketing táctico: el día a día que conecta con el consumidor
Por contraste, el marketing táctico en automoción se mueve en un plano más operacional, de corto y medio plazo. Su objetivo es convertir las decisiones estratégicas en acciones concretas, medibles y con retorno rápido. Aquí entran las campañas publicitarias, el lanzamiento de un nuevo modelo, la estrategia de precios, las promociones, eventos en concesionarios, activaciones en redes sociales o acuerdos con influencers.
Un buen ejemplo de marketing táctico lo encontramos en el lanzamiento del Hyundai IONIQ 5. Si bien la estrategia de marca ya había girado hacia una identidad moderna, digital y electrificada, el lanzamiento de este modelo se apoyó en una campaña visualmente impactante, con eventos inmersivos, acuerdos con plataformas como Fortnite y un despliegue táctico de publicidad online altamente segmentada. Todo ello ejecutado para que la propuesta de valor decidida estratégicamente (futurista, accesible, joven) se materializara en resultados tangibles. El caso de Porsche es paradigmático en la articulación de ambas dimensiones del marketing. A nivel estratégico, la marca lleva décadas posicionada como un fabricante de coches deportivos premium, pero en los últimos años su estrategia ha evolucionado hacia lo eléctrico (con el Taycan como símbolo), sin sacrificar su herencia emocional. Este giro no se improvisó: fue orquestado a lo largo de años mediante estudios de percepción, análisis de públicos objetivos y rediseño de gamas. En paralelo, su marketing táctico ejecutó esa transición con extrema precisión. Las campañas del Taycan, por ejemplo, no renunciaron al léxico Porsche (prestaciones, aceleración, diseño), sino que lo reinterpretaron en clave eléctrica. Todo, desde los vídeos de lanzamiento hasta las pruebas con embajadores como Mark Webber, respondía a una estrategia que ya había sido cuidadosamente definida. Renault, por otro lado, es un gran ejemplo de cómo el marketing estratégico puede reorientar una marca que parecía haber perdido rumbo. Su reposicionamiento actual bajo el paraguas “Nouvelle Vague” busca situar a Renault como la marca francesa más tecnológica, sofisticada y ecológica del mercado. En esta fase, las decisiones estratégicas han llevado a renovar logotipos, lenguaje de diseño y gamas electrificadas. El marketing táctico ya se ha activado con lanzamientos como el Mégane E-Tech Electric, cuyas campañas publicitarias apuntan a un consumidor joven, urbano y conectado, en total coherencia con el nuevo ADN. Lo que muchos profesionales del automóvil deben entender —y no siempre lo hacen— es que el marketing estratégico y táctico no son divisiones independientes, ni se pueden tratar como compartimentos estancos. Un error común es desarrollar grandes campañas (tácticas) sin una base sólida de segmentación, posicionamiento o diferenciación (estrategia). O, peor aún, elaborar estrategias preciosas en PowerPoint que nunca se traducen en acciones reales que impacten en el mercado. Una clave poco conocida es que muchas marcas líderes tienen una estructura matricial, donde los equipos de estrategia de marca colaboran estrechamente con los equipos de marketing de producto y digital. El resultado es una ejecución tácticamente brillante, pero con coherencia conceptual, como demuestra Kia, cuya transformación reciente no solo es estética (nuevos logos, diseño audaz), sino de fondo: nuevos targets, nueva visión y productos disruptivos como el EV6. En el sector del automóvil, el marketing no es una capa cosmética. Afecta a decisiones profundas de diseño, ingeniería y desarrollo de producto. Elegir entre una parrilla agresiva o una cara amable, entre un SUV robusto o uno estilizado, entre una interfaz minimalista o rica en funciones, tiene todo que ver con lo que la estrategia de marca busca transmitir. Como se desarrolla en el libro "Domina el negocio del automóvil: Guía completa de estrategia y diseño de coches", una marca que no articula claramente su marketing estratégico, suele terminar improvisando soluciones tácticas inconsistentes que confunden al cliente. A la inversa, cuando hay un storytelling bien construido, coherente y alineado con producto, diseño y precio, el resultado es potente y sostenido en el tiempo. En automoción, el marketing estratégico establece el norte y define el mapa. El marketing táctico es el camino que se recorre día a día. Ninguno puede existir sin el otro. Las marcas que triunfan —ya sea con modelos eléctricos disruptivos o con SUV familiares accesibles— son aquellas que entienden que la percepción del cliente es una construcción compleja y continua, que debe alimentarse con coherencia, visión y precisión operativa. Diseñar y vender coches no es solo ingeniería. Es contar una historia que comienza con un plan estratégico y que se materializa con cada anuncio, cada interacción en redes sociales, cada decisión de diseño. El marketing automotriz moderno es una ciencia, pero también un arte. Miguel Ángel Cobo Lozano - estrategia automotriz
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