Lo que nadie te cuenta sobre llegar a posiciones directivas (y cómo transformar tu carrera para siempre)
Subir profesionalmente no es solo cuestión de ego o estatus. Llegar a posiciones directivas desbloquea niveles ocultos de la vida laboral, y lo curioso es que casi nadie te lo cuenta. No hablo solo de ganar más —aunque eso también llega, y en grande—. Hablo de algo mucho más interesante: poder vivir de tu carrera sin estar atado a tu trabajo. Suena contradictorio, pero es posible. Y yo mismo he vivido y presenciado cómo se abre ese camino. Déjame contártelo.
Hace unos años, yo ocupaba la dirección de uno de los circuitos más importantes de Europa, MotorLand Aragón. Era el CEO más joven del mundo en un trazado de Grado 1 FIA. Fue un viaje intenso, lleno de curvas inesperadas. Pero cuando decidí dejar ese puesto, algo sorprendente ocurrió: no me quedé solo en la línea de salida. Al contrario, comenzaron a llegar propuestas. Más de treinta, literalmente. Desde escuelas de pilotos y proyectos de diseño automotriz, hasta firmas que desarrollaban coches de competición. Sin buscarlas, sin enviar CVs. Las oportunidades y consultorías estratégicas de automoción, venían solas, y todas compartían un patrón: querían mi visión, mi criterio, mi experiencia. Querían que les ayudara… como consultor. Y ahí se me encendió la bombilla. El verdadero valor de una posición directiva no está solo en el salario, sino en lo que desbloquea cuando ya no estás “dentro”. Por qué llegar arriba cambia las reglas del juego
Cuando ocupas una posición de liderazgo, no solo subes tú. También sube tu percepción en el mercado. Cambia tu nombre, cambia tu red, cambia tu acceso. Si has liderado un área, una marca o un equipo complejo, pasas a formar parte de un club al que muchos quieren invitarte. ¿La diferencia? Ahora te pagan por pensar, no por ejecutar. Te llaman para definir estrategias, aportar perspectiva o resolver lo que nadie dentro de la empresa se atreve a tocar.
Y aquí viene lo más interesante. He visto de cerca cómo empresas que descartan a candidatos “demasiado preparados” —por miedo, por política interna, o porque simplemente molestan a algún jefe inseguro— luego pagan fortunas por traer a esa misma persona como consultor. Literalmente la misma. ¿La diferencia? Que ahora no eres una amenaza interna. Eres un experto externo. Ya no compites con nadie. Ahora les ayudas a todos. En uno de los proyectos tecnológicos más complejos en los que colaboré, el directivo que se puso al frente cobró más de 250.000€ en su primer año solo por ese proyecto. Y lo cierto es que no es una excepción aislada. En España, una posición directiva sólida puede moverse entre 90.000€ y 140.000€, pero eso solo es el principio. A partir de ahí, el universo se abre: consultorías de seis cifras, entrada en consejos asesores o consejos de administración, e incluso participación en startups o empresas que buscan tu criterio para escalar. Hay una frase que seguramente has oído más de una vez: “Estás sobrecualificado”. Lo que realmente están diciendo es: “Nos das miedo” o “Eres más listo que tu jefe, y eso incomoda”. Pero como consultor, esa cualificación extra es exactamente lo que te hace valioso. De hecho, en la consultoría, cuanto más raro y más especializado seas, mejor. Porque no eres parte del sistema. Eres el que lo arregla. Y no necesitas invertir en bolsa, ni montar tu startup, ni reinventarte desde cero. Solo necesitas escalar bien tu carrera. Que tu próximo paso no sea solo “más trabajo”, sino una posición de poder, influencia y visibilidad. Desde ahí, lo demás se construye. ¿Y sabes qué es lo más doloroso de todo esto? Que muchas personas con talento, experiencia y capacidad real se quedan atascadas en la “zona cómoda”. Trabajan mucho, son buenos… pero no suben. No se mueven. Y no es por falta de méritos. Es por falta de estrategia. Las oportunidades ocultas que nadie te explicó
Llegar a una dirección abre puertas que no están en LinkedIn ni en InfoJobs. Son los “trabajos invisibles” de los que no se habla:
- Te contactan para formar parte de un consejo asesor donde tu labor es asistir a tres reuniones al año… y cobrar 20.000€. - Te llaman para validar un nuevo producto y les basta con que dediques dos semanas… y te pagan lo que ganabas en dos meses. - O te ofrecen liderar una expansión internacional como freelance estratégico, sin moverte de casa, porque tu experiencia vale más que cien PowerPoints. He sido testigo de cómo una persona cobró 100.000€ por un trabajo puntual como consultor. ¿Tenía contactos políticos? Sí, pero lo importante no fue el enchufe: fue la visibilidad que logró al llegar a la posición correcta. Desde ahí, el teléfono empieza a sonar solo. Los consejos de administración -> Esto sí que cambia las reglas del juego. Formar parte de un consejo de administración te posiciona no solo como referente técnico o estratégico, sino como persona influyente en la toma de decisiones de alto nivel. No solo opinas, decides. Y te pagan por ello. ¿Cuánto? Depende del sector, pero no es raro ver cifras entre 30.000€ y 80.000€ anuales por reuniones trimestrales. Eso sin contar las conexiones, las oportunidades indirectas y la capacidad de influir en el rumbo de una empresa entera. Y no, no necesitas tener 60 años y una carrera política detrás. Necesitas visión, preparación, resultados… y alguien que te enseñe a jugar bien tus cartas. ¿Cómo se empieza a subir?
Aquí es donde entro yo. No te prometo milagros. Lo que sí te puedo enseñar es cómo construir tu carrera con intención, cómo diseñar tu próximo salto para que no sea solo un cambio de empresa, sino un verdadero cambio de nivel. Te puedo ayudar a preparar ese perfil que no solo destaca, sino que convence. A elegir proyectos que sumen a tu marca personal. A blindar tu credibilidad. Y sobre todo, a usar el poder del posicionamiento para que empiecen a buscarte a ti, no al revés. No es cuestión de suerte. Es cuestión de estrategia. Y de no quedarte estancado por miedo o por comodidad.
Subir a una posición directiva no es el final del camino. Es el principio de una segunda vida profesional. Una donde puedes decir que no. Una donde trabajas porque quieres, no porque debes. Una donde tu nombre vale más que tu puesto. Y créeme, eso cambia todo. …y empezar a construir una carrera que te dé libertad, impacto y nuevas opciones, escríbeme. No necesitas tenerlo todo claro. Solo necesitas tener la voluntad de ir más allá. Porque cuando subes, el paisaje cambia. Y lo que antes parecía imposible, ahora te parece poco. Mi misión no es que consigas otro empleo. Mi misión es que te conviertas en alguien a quien el mercado no se puede permitir ignorar.
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