La historia de los coches voladoresSiempre se han presentado como el “primer coche volador” pero la verdad es que la historia del automóvil está repleta de “primeros coches voladores.” De hecho en cada libro aparecerá un vehículo totalmente distinto presentado como el primero. Es más, a día de hoy las cabeceras de las noticias presentan las marcas actuales del sector como el primero en su categoría, incluso algunos prototipos que aún no se han desarrollado se presentan como el primer coche volador. Si tratásemos de adivinar de cuando viene la idea del coche volador, es posible que pensemos que sea del siglo anterior, del S.XXI. Pero aunque parezca increíble, es que la primera idea de un coche volador es incluso anterior, del siglo XIX. Tengamos en cuenta que en ese siglo, S.XIX se inventó el primer coche de combustión interna, el Benz en el año 1885. Si ya sabemos que el primer concepto del coche volador es de ese siglo, la lógica nos dicta a pensar que la primera idea de un coche volador datará entre el año 1885 y 1899. Nada más lejos de la realidad. El primer concepto de un coche volador aparece casi medio siglo antes. Sus inventores e ingenieros, William Samuel Henson y John Stringfellow, patentaron el vehículo que bautizaron como Ariel (The Henson Aerial Steam Carriage) en 1843. Estaba impulsado por motores de vapor y el tamaño era desproporcionado ya que poseía unas unas alas de más de 45 metros de longitud y más de nueve de cuerda, sus creadores aseguraban que el modelo podría transportar más de una tonelada de peso. A principios de 1844, se pusieron manos a la obra para preparar una nueva versión del Ariel, con unas alas de 6 metros de longitud y un peso de 13 kilogramos. Era necesario que aquel intento de coche volador tomara impulso y que al acabar de recorrer la rampa se impulsara para despegar y emprender el vuelo. Tras siete semanas de continuas pruebas, no lograron que el coche llegara a volar. Debido a su extrema ligereza cada impacto suponía daños importantes en el invento, por lo que las reparaciones podían durar varios días. Ambos inventores siempre achacaron los fracasos a la falta de consistencia de su prototipo. La cantidad de intentos fallidos sin ningún resultado favorable, junto a la falta de presupuesto hizo que el proyecto de abandonara. Con el tiempo se ha demostrado que muchos de los conceptos que William Samuel Henson y John Stringfellow plasmaron en el Ariel Steam Carriage eran totalmente acertados y adelantados a su época.
Actualmente no se consideraría un coche volador, porque no podría circular por carretera al no poder extraerse o abatirse sus alas. Aún así no deja de ser interesante que ya se desarrollaran estas ideas en el siglo XIX, cuarenta años antes de que apareciera el primer vehículo de gasolina de la historia. Esto simplemente nos da una perspectiva de que la idea del coche volador se desarrolla al unísono que se desarrolla el automóvil, y no es una idea revolucionaria propia únicamente de nuestros días.
Consiste en una estructura tubular de forma pirámide truncada de algo menos de dos metros de altura. Dispone de cuatro ruedas, siendo las dos delanteras con dirección manejada por volante Dispone de un asiento bajo y el motor de combustión interna queda a un metros aproximadamente del suelo, por lo que queda justo por encima de la visión del conductor. Se decidió hacer un primer intento de vuelo el 18 de marzo 1906 y voló unos 12 metros. El vehículo puede no considerarse totalmente un automóvil, ya que no se especifica si se diseña como automóvil o como avión, aunque está manejado con volante.
En 1928 aparece el Aerocar, ninguna fuente ha confirmado que pudiera llegar a volar.
La misma estructura se emplea más adelante en otros modelos, una cabina con una forma más cercana a la de un helicóptero pequeño que a la de un avión, es decir, sin cola. El Arrowbile tenía una hélice trasera y unas alas extraíbles. No se le acopla ningún tipo de cola, así que no cuenta con esta durante el vuelo. El coche se podía convertir tanto en avión como en automóvil, eso sí, la hélice trasera la mantenía en cualquier versión. Podía volar a 180km/h y en modo automóvil, alcanzar los 96km/h, tenía una potencia de 100cv. Seis unidades se fabricaron, su producción cesó en 1957.
Tres años más tarde, en 1940, se construye un híbrido entre automóvil y helicóptero, el Dixon Flying Car. Consigue volar también.
Podemos ver una imagen de la época en la que se muestra un coche volador de 1946 en las dos versiones del vehículo, en modo coche y en modo avión.
En 1949 aparece un vehículo que no se puede dejar sin mencionar, el Taylor Aerocar, el coche volador más conocido, con un diseño también similar al mostrado en la anterior imagen, aunque de mayor tamaño, mas estilizado y con un frontal más cercano al de cualquier coche que al de un avión. Sus alas eran removibles también.
Se pueden dividir en tipo avión y tipo helicóptero. Además del tipo parapente. Dentro de los que son tipo avión, los hay que se pueden extraer sus alas y los que se pueden abatir. En 1989 aparece el Aviauto, un ingenioso modelo que también abate la cola y no solamente las alas. La ventaja de que sus componentes sean abatibles es que teóricamente, pueden cambiar de un modo a otro en cualquier lugar. Mientras que en las que son removibles, si se desea pasar a modo coche es necesario contar con un almacén para guardar las alas mientras se circula con el vehículo, y mientras tanto no tiene ninguna posibilidad de volar, porque simplemente tiene las alas guardadas en el garaje, tendría que volver a por ellas.
Dentro de los vehículos del tipo helicóptero, encontramos los que llevan un solo rotor y los “cuadricópteros” que equipan cuatro rotores, tienen un diseño como el de los actuales drones.
Los vehículos de tipo parapente son un concepto nuevo y que al contrario de los anteriores si está teniendo una cierta aceptación en el mercado. Estas marcas son Maverick, Vaylon, Parajet y SkyRunner. Estos vehículos son buggies con las funciones todoterreno muy desarrolladas y que portan un motor de hélice trasero y llevan un gran parapente. Todos estos vehículos están equipados con un paracaídas de reserva. El parapente tiene que ser colocado antes de iniciar el vuelo, es decir, hay que detener el vehículo si se está circulando, y colocar el parapente, no se abre ni se despliega automáticamente. La función de estos vehículos es totalmente distinta a los dos nombrados anteriormente, no se basan en la idílica idea del vehículo volador de las películas futurísticas, sino que han desarrollado un paso más el concepto de vehículo recreativo.
Son vehículos realmente ligeros, sus velocidades por tierra no son excesivas ya que no suelen superar los 150km/h. El fabricante francés Vaydor fabrica un modelo que está homologado en Europa, por lo que es de legal circulación en España. Actualmente están intentando abarcar más mercado que el recreacional, intentando abrir mercados en las áreas de vigilancia y patrullaje ya sea de playas, parques naturales o cualquier otra área de grandes dimensiones, misiones humanitarias, y para el sector turístico. Y como siempre, para el ejército.
Miguel Ángel Cobo (investigación) / Ana Isabel Rodríguez Lehto
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